lunes, 2 de mayo de 2016

Georg Groddeck. Etimología, simbología y significado de la enfermedad

Extracto del artículo del profesor Ángel Cagigas, Departamento de Psicología de la Universidad de Jaén (*)
 
Georg Groddeck fue un médico, psicoanalista, literato y filósofo nacido el 13 de octubre de 1866 en Bad Kösen. En 1885 inició la carrera de medicina en la Kaiser Universität de Berlín teniendo como profesor a Ernst Schweninger, famoso por ser el médico que había doblegado a Bismarck y que imponiéndole una higiene de vida muy estricta le salvó la vida. Rápidamente Groddeck pasó a formar parte de su pequeño círculo de fieles destacando entre ellos y haciéndose eco de sus ideas. Schweninger no estaba de acuerdo con la medicina académica, no utilizaba medicamentos, sus armas eran la dieta, la hidroterapia, el masaje y su fuerte personalidad, esgrimía un poder absoluto sobre el enfermo y si éste no aceptaba ponerse completamente a sus órdenes y obedecerlo en todo, él no aceptaba cuidarlo. Entendía que el médico no es un científico sino un artista, un creador, y se enfrentaba a la tendencia de la medicina de la época a buscar el mal en los microbios, lo cual convierte al médico en un luchador contra agentes externos en vez de considerarlo un vigilante de la ósmosis sutil entre el ser humano y la naturaleza.

Tras trabajar como asistente de Schweninger se estableció por su cuenta en 1900 abriendo un sanatorio en una villa de Baden-Baden llamada Marienhöhe. Era un caserón de cuatro plantas rodeado de bosques y arroyos, llegaban pacientes con diferentes trastornos orgánicos y se alojaban allí durante una temporada en régimen de pensión completa. Los trataba mediante el masaje, la hidroterapia y la dieta, en consonancia con las enseñanzas que Schweninger le había inculcado. Pero junto a la severidad de éste en Groddeck había lugar para la benevolencia, podía ser muy amable con los enfermos y sobre todo era capaz de ser muy tierno con los que estaban cerca de la muerte.

Pero llegó un momento en que pensó que se había estancado, que no podía llegar más lejos con su forma de trabajar. Entonces apareció la señorita G. Era una solterona que llegó al sanatorio en 1909, padecía diversas enfermedades, tomaba una cantidad enorme de medicamentos y había sufrido varias operaciones, llegaba muy enferma, al borde de la muerte, por lo que la trató con mucho cariño, estuvo charlando con ella, distraídamente, le resultaba muy curiosa la forma en que hablaba y empezó a jugar con la borla del tapete que cubría la cabecera del sillón en el que estaba sentado. De pronto ella cambió por completo, se incorporó y gritando le pidió que dejara la borla en paz, que le molestaba muchísimo. Groddeck la soltó estupefacto. Le preguntó qué otras cosas le molestaban. Ella no podía decírselo hasta que sucediesen, así que siguieron hablando y se dio cuenta de que ella no podía pronunciar determinadas palabras, en ocasiones daba muchos rodeos para referirse a algo, y había objetos cuya presencia no podía soportar siquiera. Así que empezó a interrogarla sobre qué significaban tales objetos para ella y de esta forma se concentró en el estudio del símbolo, que para él significaba la correspondencia entre palabras, objetos o acciones y elementos relacionados con lo sexual. El hombre está dominado por la compulsión a la simbolización, todas nuestras realizaciones, nuestros inventos, nuestras acciones, son símbolos; y la enfermedad también es una expresión del hombre, una más de sus realizaciones, uno de sus símbolos. Esto le daba una salida a su estancamiento, le daba material para trabajar y una nueva visión de la enfermedad que ya no era una prolongación de la de Schweninger sino que era suya propia.

Groddeck siguió trabajando por la senda que había encontrado, tenía éxito con sus enfermos, su trabajo era original... hasta que se dio cuenta del parecido de sus ideas y las de Freud. Así que le escribió una carta haciéndole partícipe de sus planteamientos, sin dejar de señalar que él no establecía diferencia alguna en cuanto a la etiología entre las enfermedades llamadas mentales y las somáticas, simplemente eran diferentes formas de manifestación de una misma realidad, por lo que no había razón para hacer distingos en cuanto al tratamiento, basado siempre en la transferencia y la resistencia. Freud no sólo aceptó sus asertos sino que además le confesó, taimadamente, que no eran originales pues el mismo Ferenczi estaba preparando una serie de trabajos que iban en esa dirección; así que desde ese momento lo reclamaba para su círculo. A partir de entonces trabó relación personal con él y siempre desde un segundo plano que intentaba mantener su independencia pasó a formar parte del círculo de psicoanalistas, detalló sus ideas y las plasmó en gran número de textos que hicieron que Ferenczi le bautizase como el descubridor del psicoanálisis 'in organicis'.

Con su teoría Groddeck afirmaba que la enfermedad tiene un sentido, un significado, queremos expresar algo y no podemos hacerlo por otros cauces así que recurrimos a la enfermedad y no importa que sea corporal o mental, todas son iguales, una expresión de una intención oculta. Esta intención oculta proviene del Ello, concepto que él desarrolló y que fue su creación más original. El Ello es lo que nos hace vivir, la fuerza vital que nos mueve a nosotros y al mundo. Esta fuerza de la que no somos conscientes nos determina, nos vive mientras creemos que somos nosotros quienes vivimos, nos hace ser como somos, necesita expresarse y lo hace a través de nuestro cuerpo y nuestra mente; el Ello se expresa mediante el símbolo y la enfermedad es una de sus formas. El Ello traspasa todas las fronteras y sus procedimientos son idénticos en un suceso mental como el sueño y en un síntoma orgánico, así que la forma de encarar ambos fenómenos y de entenderlos no ha de ser diferente.

Hasta este momento Groddeck había hablado de la influencia del símbolo en el síntoma, a partir de entonces trabajó sobre el símbolo como un síntoma más, utilizando las peculiaridades del lenguaje y del arte para probar lo estrechamente ligados que están el símbolo y la vida. Así realizaba una lectura del cuerpo como si éste fuera un texto, letra hecha carne, utilizaba el lenguaje de una forma muy rica, sin ninguna restricción, como una herramienta de conocimiento y de trabajo, éste es el uso que del lenguaje debe hacer el médico pues debe desesclerotizar el lenguaje del enfermo petrificado en la enfermedad devolviéndole su plena capacidad de expresión; para eso el médico ha de ser capaz de usar el lenguaje como un artista.

De este modo cerraba un círculo, había empezado estudiando la enfermedad manteniendo que el síntoma es un símbolo, una representación de un proceso interno, ahora trataba las palabras como síntomas proclamándolas instrumentos de interpretación y sustituyendo así el psicoanálisis por la etimología...

(*) Puede ir a la fuente de este artículo para seguir leyéndolo:
http://scielo.isciii.es/pdf/neuropsiq/n79/n79a06.pdf

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